Mencionar a los buitres
no es penar penas
en vano.
Mencionarlos,
tocar sus alas en pleno vuelo,
no es tanto por la figura
que todo lo abarca
como por el vuelo mismo,
el gesto material
que nos da en el alma.
Pienso en su ataque certero,
su caída silenciosa,
su aterrizar
como el golpe de un mortero.
Decir sobre el buitre,
decir de su despegue,
decir de su quehacer,
mencionar su despliegue,
decir,
en las tardes,
de su ocaso,
mencionar cuán humano
es su expediente
marginal,
animal,
abismal.
Decir sobre su buche
colmado de carnes
descompuestas,
cantar
en canto firme
sobre sus patas
espantosas
es,
de algún modo
(sobre todo, en el siglo
que nos dice respecto),
participar
de su miseria.
José A. Vargas B.
Rio, 2009.