sábado, 19 de diciembre de 2009

Segundo ensaio sobre um clochard

Segundo ensaio sobre um clochard
A J. G.


Cara,
esta cabeça
é triste.

Olha seu caminhar
convalido,
suas costelas
de lata,
sua loucura
de amores
enfermiços,
nervoso quando falta
seu café,

sempre com seu Marx,
seu Sinatra,
suas palavras cruzadas.

Que esperanças
num clochard?
Que de genial
haverá de vir
dos seus braços oxidados
a sustentar-lhe uma taça de vinho?
Como ama,
se é que ama,
moribundo,
um mendigo?

Ouça-se a arritmia,
o descompasso
do coração infausto.
Observe-se
o desdém
-contíguo ao espanto-
pela vida.

Valor, clochard,
valor,
é uma só corrida.
Vá até a princesa.

José A. Vargas B.

Rio, dezembro de 2009.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Emmerdale

Así como la vida, este poema es una deuda...
El carnaval es un giro travieso, inquieto como en Perú lo es la primavera.


De otro lugar y tiempo
su exhalación ha estimulado los límites de un prosélito,
o ha hecho todo lo contrario.
Lo prohibido está siendo calculado,
lo impensable se estremece en su contraste,
de esta manera, la conducta adopta ciclos milenarios.

Las extensiones de los árboles bailan con el viento,
las hojas veteranas disfrutan su odisea bajo la sombra de su compañero,
y puedo oírte,
sentir el reflejo de un espejo cálido e interminable.
Y soy paciente como los árboles,
un ciego solemne y pretensiosamente distante
como los cristales rotos del firmamento,
en una banca casi parte de la calle.

Con solo pulsar el sentido
tu resonancia repite mi predisposición,
la eternidad circular del resurgimiento me llama a ser parte.

La música de tu boca completa mi instante
y le brinda a mi pasado un adorno sin emulación,
armónico, impecable.

Desde otro lugar y tiempo me convertiste en un fruto capsular,
víctima de inspiración y talento,
tu voz, más allá del sonido, se compone de cuerdas, magia y aliento.


Oscar E. Donayre Gonzales
Lima, 17 de Diciembre de 2009

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Recobro

El lado más vulnerable de mi corazón cree en las historias sin final o por lo menos, en las historias cuyos protagonistas no permiten uno. Las primeras líneas de toda relación son dóciles, fluidas y accesibles; el principio es un espejismo, una grata fata morgana. Sin embargo, este principio es el recobro de un final, un final que antes de serlo, fue una vez primera.

Escribir responsablemente implica resultar asombroso sin que el tiempo disgregue el relato expuesto. Escribir no es un juego, requiere de precisión argumental, inspiración e intelectualidad; es sumamente difícil satisfacer a un buen lector, a un crítico hambriento. Pero, es aun más difícil escribir inteligentemente del amor. Aquellas letras son mortales. Muchas hojas han terminado al lado de mi cama, muchas palabras se pierden en un silencio fatuo y debe ser así a veces.
Quizás la tarea se ve facilitada cuando la compañía es plácida; sin embargo aquellas construcciones que se elaboran cuando la fantasía se puede saborear suelen anular la visión y así, el trabajo de una mente emerge como fruto de un corazón. Cuando los textos nacen entre risas, solo le queda un destino, que es la muerte.

Para facilitar el entorno decidí alejarme de lo inútil (e inútil debe ser tomado filosóficamente). Pude ver entonces, mi pasado amor con ternura, como se ven las nubes que se van, como se ven las aves, como se ve la lluvia. Halléme en un pabellón de vínculos, las historias habían vuelto pero no del todo. Y yo había regresado pero despierto.

Me llamó después de unos meses y recobramos sensaciones que en mi caso, parecían fosilizadas. Conversamos de su hija, los sacrificios que exige un nuevo miembro de la familia, las adictivas manías que desarrolla en su inconsciencia, el cambio de su cuerpo y quién ya no la acompañaba. Quise ayudarla, tal y como lo hacía antes. Las necesidades nos volvían a juntar. Ella en parte por su hija y yo, por la necesidad de vivir un momento más de amor. En cuanto a mi amor y mi manera de amar, las opiniones de las personas son tan aborrecibles como el ruido de los automóviles o la rabieta de una antipática criatura. Debo confesar que durante un instante pensé que mi propuesta la ofendería y nunca fui tan feliz en equivocarme. Ella también lo deseaba, ella también me quería.

Nos encontramos en las horas más funestas del día y recorrimos las mismas calles donde vimos nacer la palabra "juntos". La noche llegó desconsiderada pero precisa, el frío me permitía hacer de la invitación un gesto delicado. Nuevamente la veía sonreír y sonrojarse, sus mejillas conseguían apartarme de la realidad, como hace 3 años atrás, éramos ella y yo. Pedí una habitación oscura pues mi cuerpo ya no es el de un joven, ella estuvo de acuerdo, me dijo que en la oscuridad las sensaciones se ponen más bellas. Sobre la cama escuchamos música de su Ipod, muchas de las canciones son la banda sonora de "nuestro" pasado. Ella se inclinó a besarme...
Sé que las comparaciones no deben ser publicadas pero se debe publicar todo lo que es cierto, y de todas las mujeres que he besado, ella es la mejor haciéndolo; de todos los labios que he sentido, los de ella son los más suaves. La lentitud, la ternura, la sincronización en nuestros movimientos son prueba fehaciente de que no solo estaban ahí nuestros cuerpos sino que nos acompañaba una memoria mientras el aliento de los corazones se confundía por nuestras bocas.

Mientras uno de los dos siga vivo, no habrá un adiós. Puedo volver con ella y ella conmigo siempre; pero no completamente, no completamente...

Cuando nos despedimos equivoqué el beso y toqué su mejilla con mis labios, ella se detuvo y me los cubrió con los suyos. Sé exactamente qué hay entre nosotros pero sé también que no puede volver.



Oscar E. Donayre Gonzales
Lima, 02 de Diciembre de 2009