lunes, 14 de noviembre de 2011

ASTERIÓN

Hondos muros e innumerables cercan

el destino de quien es hombre y toro.

En el laberinto no existe el oro

de la muerte ni un hierro que se acerca



a la garganta fiera. En la sombra

beber el agua que su fondo adapta

a esa oscuridad. Caen mustias lanzas

sin dejar las manos, pétrea alfombra.



Siente Creta los latidos del suelo,

los últimos. En la sombra, Teseo,

deja el rastro que es la guía. El cielo


muestra su puerta al toro. No hay deseos

más mientras le deja su fuerza. "Muero"

murmura, acaso ha visto el Coliseo.




Oscar E. Donayre Gonzales

Lima, 14 de noviembre de 2011


sábado, 29 de octubre de 2011

TANKAS

LA MANO DEL HOMBRE

Una manzana

tuvo que ser modida...

Solo un propósito

tiene la espada, el hombre,

que regresa a la sombra.




LOS OJOS

Te mira un cielo,

el campo te recibe.

La espada está

en la mano rival;

¿es acaso importante?



EL PRIMER PASO

Siempre conmueve

ver caminar a un niño

por primera vez.

Pero ignorar queremos

que se acerca a la muerte.





Oscar E. Donayre Gonzales


Lima, 02 de noviembre de 2011



martes, 13 de septiembre de 2011

Al comprar el pan

La suprema felicidad de la vida

es saber que eres amado por ti mismo o,

más exactamente, a pesar de ti mismo.

Victor Hugo


Preferiría no contar los hechos que me sucedieron la tarde de ayer; pero el ayer es una cosa que pesa en el presente. Fue, a mí parecer, menos sospechoso que impresionante. Los protagonistas de la historia son dos hombres y una mujer entrada en años.


Recuerdo la tarde vestida de un gris indiferente y maquillada con un frío hostil. Para algunos es típico que el cielo esté así de muerto; para mí, en cambio, cada tarde es más fría que la anterior. Presumo que se trata de la fragilidad -o desgaste- de mi cuerpo y no de un fenómeno climatológico. Las calles parecen perdidas en el tiempo, desde que tengo uso de razón no han cambiado. Los vecinos pintan, incluso, cada año, del mismo color sus casas.


Caminaba por la acera cercana al parque. Tenía planeado comprar el pan. Asimismo, llegar a tiempo a casa para recibir la visita de mis amigas. Nosotras nos reunimos para continuar los relatos de nuestros capítulos. Solemos darle a nuestras vidas esa continuidad forzada. Nos entretiene y nos une. Nuestras desgracias son fáciles de compartir. Creo que también somos fáciles de consolar. Muchas veces me cuentan sus cosas y las siento tan mías que lloro en sus hombros. Sin embargo, un hombre de aspecto descuidado estaba en la entrada de la panadería y perdí la sensibilidad que había logrado con mis recuerdos. Extendía su mano, no sé si pensando en dinero o en pan, aunque creo que es lo mismo. No lo había visto nunca. Cada lugar tiene sus hombres acabados pero los extraños como éste, siempre se hacen notar como peligrosos.


Fingí no haberlo visto para comprar mis panes sin contratiempos. Fue inútil. Sin retirar su cabeza de entre sus rodillas me cogió el vestido con su mano. No pude gritar. La impresión fue suficiente para ahogar mis palabras.


- No es necesario asustarse. No le haré daño- me soltó el vestido y dejó su palma abierta.


Cuando escuché su voz me sentí aliviada aunque al verlo con detenimiento lo único que deseaba hacer era retirarme. La curiosidad por ver su rostro me detuvo.


- Buen hombre, tengo dinero solo para comprar el pan. No podré ayudarle - dije sinceramente.


- Yo no deseo su dinero. Solo quiero lo que me corresponde- manifestó sin revelar su rostro. - Lo que me correspondía - agregó mas no se corrigió.


Definitivamente estaba decidido pero él estaba esperando algo de mí. No me iba a forzar a nada. Me inquietaba ignorar lo que este hombre requería. No ha visto mi rostro al detenerme, no es un pobre diablo de por aquí, sigue teniendo la mano extendida... podría extendérsela a cualquiera; no sé por qué sigo de pie ante él. "Yo no deseo su dinero" dijo, entonces por qué sigue su mano extendida.


- Somos parecidos... A usted le falta lo que a mí me faltaba. Finalmente he llegado a las calles que vi en mis sueños. Usted es la única que ha cambiado; pero es la misma esencialmente - al pronunciar estas palabras cerró la palma de su mano y mostró su rostro.


El hombre extraño tenía mis ojos. Conincidía con las historias de algunas de mis amigas. Su cabello era ondulado y oscuro, sus labios delgados eran tiernos a pesar de los años en la calle. Sus ojos eran grises como el cielo en este lugar. El hombre que esperaba con la palma abierta era mi hijo. Ambos nos olvidamos, no recuerdo por qué; pero eso no importa. Creo que mis amigas entenderán por qué lo llevé a casa.




Lima, 13 de setiembre de 2011


Rosario del Castillo


domingo, 10 de abril de 2011

Elecciones

Acostumbraba ir temprano a votar. Lo hacía para librarme del peso de una deuda. Al menos, eso es lo que siento en las elecciones. Esta vez, desperté tarde. Era casi mediodía.

En las calles, la sombra me evadía. La gente hacía lo contrario. Era difícil esquivarlos. Me reconfortaba no haber sido el único en esa incomodidad. Acaso otras son más trágicas. Bástenos imaginar una casa en un cerro...

Llegué al colegio donde debía votar: el José María Eguren y como sucede cuando llego a un lugar donde estuve antes, recuerdo a las mujeres que encontré allí. Sé que hubiese sido mejor recordar los versos del poeta y no las imágenes de mi memoria. Sara y yo fuimos amigos de pequeños. Fue mi primera amiga o acaso, así deseo recordarla. Nos conocimos en mi colegio: el San Luis maristas, que queda en el mismo distrito que el otro: Barranco. Los dos vivíamos en Barranco, ella, en la parte bonita y verde; yo, en la parte peligrosa y gris. Creo que ella no lo sabe. Ubiqué mi mesa de votación. La ONPE numeró la mesa con la cifra 403. Subí las escaleras. El aula estaba al final del pasadizo. Como me es usual, luego de cruzar un lugar sin mirar a los lados, vuelvo la vista.

Fue entonces cuando la vi. Me demoraron un fila de votantes. No recuerdo esos rostros. Solo el de ella. La saludé; me miró; pero no hubo respuesta. No me acerqué. Se comporta de esa manera desde que tiene dinero para estar increíblemente bonita. No la culpo. No soy digno de recordar. No es la única que lo ha hecho.

Hice mi elección. Demoré poco a diferencia del resto. Me fui marcado de tinta. Oí mis pasos entre tantos. Camino a casa, pensé en los candidatos que no ganarán. No sentí pena por ellos. Creo que así se siente la mayoría que me conoce.


Oscar E. Donayre Gonzales

Lima, 10 de abril de 2011

sábado, 9 de abril de 2011

Lo perdido

El resplandor de los primeros jardines se fue,
los pies del hombre tocaron la tierra, un camino
se hizo de polvo y olvido, y los testigos
insondables maldijeron lo que podemos ver.

Crucificada la naturaleza tuvimos,
las espinas no solo son coronas, también
son los lazos, las incertidumbres, el poder...
los cinco sentidos son un engaño, un descuido.

Empobrece respirar los límites de la piel.
Se hace tarde y observamos las escrituras
en nuestras manos: "Anciano pobre, lleno de hiel".

Nos doblegan esas imparciales ataduras
a desprendernos del sueño en que tratamos de ser;
creamos, como el Otro, una grosera figura.


Lima, 03 de agosto de 2011


Oscar E. Donayre Gonzales

sábado, 26 de marzo de 2011

Pacto y opúsculo

No es doloroso ser desconocido. Nadie lo es completamente. Creo que ser ignorado tampoco. Deberé manifestarle la excepción al lector que me reveló esa axioma personal. Mas sé que podrá descifrarse. Sería injusto obviar los méritos apócrifos de un hombre que incluso vivo ha sido ya olvidado. No menos severo que saludable seria mencionar a los culpables; pero basta la palabra "sociedad" para imaginar un error principal y en este caso, señalarlo. Los años no me dieron rigor sino el decurso después de alejarme de otros. (Usaré estos paréntesis para aproximarme al lector. Con respecto a los años, sepan que, preguntárselos a otra persona es una estupidez.) Con seguridad y convicción manifiesto que la sociedad ha perdido la habilidad o mejor dicho, la capacidad para reconocer a individualidades ejemplares. También la capacidad de generarlas. Las artes han dado tal libertad que las esclaviza el universo oscuro. Existe un temor hacia el intelecto, un repudio. El vulgo acepta y celebra ejemplares sencillos -por no decir mediocres-, superficiales; busca sujetos "de éxito" (hombres que pueden resumirse en una línea no lo son.) Incapaces de elaborar una identidad -porque descubrirla es imposible- pretenden imitar a aquellos que están groseramente equivocados. (Sé que me excedí, lector, llamarle pretensión es exagerado e indulgente. Me corregiré. El tropel simplemente no se opone a lo imbécil.) Sonríen, plenariamente, por su caracterología innecesaria. Son abominablemente homogeneos. Veo que el éxito actual requiere de cualidades inhumanas o mejor dicho, animales. ¿Es acaso la estupidez un accidente? Tengo para mí que es lo contrario. Igual de falso que el arte contemporáneo es el seudónimo. Sin embargo, en el seudónimo hay rectitud. El falso nombre es estricto. Quizá el vulgo merezca solo seudónimos sería una ayuda y a la vez un castigo. La posibilidad de atribuirnos otro nombre es maravillosa. Reconozco que sería pertinente crear una mentira. Debo manifestar que no soy sensible; pero mantenerme atento resulta similar. El gris ocupa el mundo. Algunos quedamos para recuperarlo. Otras eras me comprenden, eras de aves y soles; mi anacronismo me hace invisible en estos años. Mi paciencia y dedicación se confunden con lentitud; mi cautela y consideración, por cobardía; mis opiniones o ideas, con aburrimiento. Suelo mencionar que solo los estúpidos se aburren; mas olvido que los estúpidos también son sordos. Sería apropiado desesperanzarme. En reino de bufones, los reyes pierden sentencias. Es difícil encontrar a personas con dignidad, y más, con dignidad de orden intelectual o espiritual. (Lector, tan único, semejante y solitario, comprende la estrategia del seudónimo ¿verdad?) El nombre que me dieron mis padres no es suficiente. Necesito nuevas letras para una justicia perdida. Somos resultado hasta de lo que creemos que resta. Patéticamente, soy agradecido. Desprecio o concordia es uno; mas la indiferencia no ayuda. Solo considero a alguien cuando sé que intenta dirigirse. Hijo de un padre modelo; hombre, sin embargo, entregado a los excesos. Dedujo salvación a través de la poesía. Fue conocido como el "memorioso judeo-español" durante el siglo XV en Andalucía. David Sefardí, llamado también Mehir Sefardí, escribió los siguientes versos:
Te odio mujer. Agradezco

tus miserables engaños.

Una identidad merezco,

de tus labios, de los años.


Hallo cautivador su agradecimiento. No menos agradable ha sido el hecho de que ninguno de sus poemas hable de la obligación de ser católico o del cambio obligatorio de nombre, es decir, de su época. Sabemos que aquel poeta supo de su origen. El poeta que alcanza los temas eternos no será olvidado. Al identificar su odio, le expropió su naturaleza. La emoción severa, resentida y agresora se anula. El odio es inicial mas la calma es futura. El poeta no buscó consuelo sino que una madura resignación lo volvió condescendiente. El poeta será señalado, acaso injustamente por la desleal. Será visto como el que odia, es decir, como el equivocado. Personalmente, considero que esos miserables engaños han sido elevados. Se consiguió un hermoso castigo, uno que quizá imite esta noche.

Sucede lo mismo con quienes me conocen o me ignoran. El azar vuelve ese hecho una ventaja colectiva. Una justificación. (Lector, no se apresure a llamarme ególatra o vanidoso. Una palabra exacta sería progresivo.) Jean Paul Sartre dictaminó: "Hacer y haciendo, hacerse". Lo que parece un juego gramatical es más un auno de los tiempos próximos del hombre, una concentración, una formación y tal vez, una advertencia. En este caso, la apariencia es profunda, como en el caso de la mujeres. Lo que yo hago, casi obligatoriamente, bajo el horario aberrante de un sistema irreversible y errado es mantener la poesía viva. Evito distracciones tanto como reuniones sociales. Soy constante. El usar uniforme es un insulto. La heurística me recuperará; pero la historia no sabrá de mí.

Veo inmutado que los periódicos registran escándalos y tropiezos. Le doy la espalda a las noticias. Sin embargo, he existido entre esa historia, he vivido ante esos hechos. La vida ha sido un barro deforme que he manipulado a voluntad. Califico mis textos como tentativos y algunos amigos como valiosos. Me gratifica que recuerden palabras mías.

Alguna noche -una semejante a la de mañana- tres hombres resolvieron hacerse símbolo. Negaron lo evidente, lo efímero, las malas interpretaciones para hallar una imputrescible. Crearon y se atribuyeron un seudónimo. Crearon, lo que desde el Edén se crea, una ficción; se atribuyeron lo que el hombre con su flotante inteligencia se atribuye, lo necesario. Shakespeare, en la escena ii del acto II, manifiesta en los labios de Julieta, cuando ella se revela contra el enfrentamiento de Capuletos y Montescos, lo siguiente: "Es solo tu nombre el que es mi enemigo. Tú eres tú, te llames o no te llames Montesco. ¿Qué es ser un Montesco? Desde luego, no es una mano, un pie, un brazo o un rostro, ni ninguna otra parte del cuerpo humano. Digamos, por ejemplo, cualquier otro nombre. ¿Qué hay en un nombre? A lo que llamamos rosa, con ese u otro nombre conservarían el mismo aroma. Romeo, arráncate el nombre que no es parte de ti, y en su lugar tómame a mí por entero". Nosotros nos arrancaremos el nombre y haremos parte de nosotros la falsedad y certeza del seudónimo para conservar el aroma de una rosa.

En un curioso momento pensé en los arquetipos. Irresponsablemente extendí su concepto. Si el otro es aceptado por el vulgo, ¿no harían ellos de éste una abstracción real? ¿No habría entonces un modelo ideal de ese error? Si en el mundo de las ideas están los errores, entonces, acertar en este mundo más que una proeza es un milagro. Muchos escritores no usaron seudónimos sino que cercenaron sus nombres o los modificaron. Creo que es válido decir que hay arquetipos de los conceptos. En el Oriente los Libros Sagrados como el Corán son réplicas. El original es divino, un atributo de Dios. En los libros verdaderos hay signos y símbolos, también conceptos y definiciones; pero ¿no son las definiciones límites? Si lo son por qué están en los cielos. Quiero saber quién lee aquel libro, poco importa si se recuerdan mis palabras, deben hallarse las otras. Todos estamos allí, salvados por nuestro verdadero nombre.


Eduardo Babel

Buenos Aires, marzo de 2011

lunes, 7 de marzo de 2011

Poema en la Estación Rodoviaria de Caju


Para Lígia, Liginha, por demostrarme que todavía tengo corazón.


Me alegra saber

Que existes

En la ciudad.


Que cuando apuro el paso,

Anónimo como un cuerpo contundente veloz y absurdo,

También tu cuerpo frágil se acompasa

Al trote del rocín sin gloria.


Que cuando tomo mi café,

Y la tropelía que nunca entiendo

Celebra misa de cuerpo presente,

Me acompañan tu sonrisa,

Tus ojos castaños,

Que no se justifican,

En la Rua Primeiro de Março.


Que mis cuentas no cierran a fin de mes

Y tu mano (podrían ser tus cabellos y su resplandor)

me traza como el polen se dibuja contra el viento:

Calma, corazón, calma,

a gente dá um jeito”.


Entre trece millones de Homo sapiens

Que pasean, aman, pagan cuentas, odian o almuerzan à la carte,

En Caju, en la Rua Sete de Setembro, en Inhaúma, en la Avenida Dias Gomes,

Es una alegría saber que existes,

Ubicua, única, cercana, Lígia en el corazón.


Pedro Gullar.

Rio de Janeiro, Carnaval de 2011.


Siembra. Andrés Zevallos.














viernes, 11 de febrero de 2011

Estaciones de polvo

"El que no ama, ya está muerto"

Arthur Schopenhauer

Hay flores sobre la tierra,
árboles, nidos y aves.
Hay hombres que aman la naturaleza,
la música y las voluntades.


¿Quién conserva en sus manos
las hojas que otros dejaron?
Fue la tinta más pura que la sangre,
y antes de serlo, el hombre.


Nunca han cesado las redes
de atravesar a los mares,
nunca ha dejado la espada
de abrigar la cierta carne.


La sombra de las gaviotas
quedaron sobre la orilla
como nuestras intenciones
ante un beso no otorgado.


Pudo Dios dejarnos solos
pero ha llorado belleza.
Las rosas de Oriente no se detienen,
tierna avanza la saeta.


Quedan los fieles poetas,
los antigüos, los de mármol
y quedan libros en la biblioteca
como Adanes olvidados.



Eduardo Babel

Buenos Aires, febrero de 2011

sábado, 29 de enero de 2011

Sal y cenizas para una mujer inventada



"y una linda guachinanga,
sí, allá voy yo"
Sebastián Iradier. La paloma.



Me han contado de un paraíso
de pescadores y gaviotas.
En la orilla,
mujeres bellas
como escogidas.
Sobre los labios,
a la hora de la vida,
el gesto rojo,

abierto pecho de pardal
entre la ceniza.

Marineros de baja patente
que cargan sus canciones
del mar inhóspito,

a fuerza de tanto adiós,

prometen pasiones brujas,
palomas de colores desconocidos,
izan banderas de algún lugar remoto,

nadie los ama,

y, sin embargo,

beben su cerveza,
se acaban a trompadas,
besan la cruz sobre el pecho salado,

como si la vida
fuese eterna.

Las noticias ya no me vienen
de Londres y París.

(Que abran el paso)

Lezama
Bola de Nieve
Martí

Veo bien sobre la trinchera
y digo
pan, fuego, vino,
lo demás lo ignoro.
Me importan el precio del azúcar,
el campeonato de fútbol,
la política fiscal

y tu sonrisa de ángel.

Con las flámulas arriadas del crepúsculo,
también los cantores se van en retirada,
no sin antes despedirse
de una mestiza,
del gorrión,
del amor.

Pedro Gullar.
Rio de Janeiro, 2011.