lunes, 14 de noviembre de 2011

ASTERIÓN

Hondos muros e innumerables cercan

el destino de quien es hombre y toro.

En el laberinto no existe el oro

de la muerte ni un hierro que se acerca



a la garganta fiera. En la sombra

beber el agua que su fondo adapta

a esa oscuridad. Caen mustias lanzas

sin dejar las manos, pétrea alfombra.



Siente Creta los latidos del suelo,

los últimos. En la sombra, Teseo,

deja el rastro que es la guía. El cielo


muestra su puerta al toro. No hay deseos

más mientras le deja su fuerza. "Muero"

murmura, acaso ha visto el Coliseo.




Oscar E. Donayre Gonzales

Lima, 14 de noviembre de 2011


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