miércoles, 21 de enero de 2009

Una casa es sin mujer



Estoy atento a tus distracciones,
esperando alguna duradera pestañeada,
estoy permanentemente
predispuesto a extenderme en tus orillas,
dispuesto a no levar anclas.

Eres una fragancia lenta y sensual que desaparece un millón de veces,
sigilosa en perfecta medida,
desprendida en transparencia celestial;
eres un jardín donde las flores no marchitan,
eres un destino inteligente, un crimen perfecto.


A tus pies los imperceptibles círculos de la tierra dejan su eje,
toda simetría se pierde para tenerte;
probar tus huellas a medianoche,
saborear la intensidad de tu prisa,
es madurar la auto-entrega, es casi vencer a la muerte o casi ganar la vida.

Cuando reposa tu defensa mi voz se rinde de cansancio,
mis ideas se frenan, mis palabras se deshacen en la saliva y trato de usar mis piernas;
pero hay voces artificiales que se adueñan de tus oídos,
que no me permiten entrar a tu hectárea de hembra.
Con esta voz anudándose en el vientre
te espero con la cena puesta sobre la mesa.


Las velas danzan con la esperanza de que las veas por la ventana;
mi boca se enfría,
mi sonrisa se sirve ante la oscuridad,
el alimento ahora susurra una vez más en el estómago de la pérdida.

Pasas de largo entre risas absurdas
y mi casa desnuda,
está aun más vacía que la noche de ayer,
está sin expresión.
Es una edificación y no un hogar,
es cemento y no paredes en las cuales me puedo apoyar.
Mi casa está inquieta e inmóvil, muda y hambrienta.


Mi casa es como un nunca
y tu beso es como un jamás.



Lima, 10 de febrero de 2009
Oscar E. Donayre Gonzales

viernes, 9 de enero de 2009

Camisa de merma


Es como si hubieses muerto

y tu sepulcro estuviese acorazando mi piel,

es como si el cielo se hubiese ocultado en una lágrima

y ahogándome en ellas,

inútilmente decidido,

me evapore.


Y soy como el aire más decepcionado,

estático;

soy como un cero en la multiplicación

o simplemente,

como tu literal pasado.


Yo no sé, también o tampoco.


Es como esta noche,

lo sé,

así son todas,

parece siempre que no despertaré,

es como si fueses mi vida y a la vez mi perecer.



Oscar E. Donayre Gonzales

Lima, 09 de enero de 2008

sábado, 3 de enero de 2009

Génesis de un poema en Fonavi


Cuando Belaúnde
(en su segundo gobierno)
levantó las casas del Fonavi,
en el barrio de El Bosque,
a unos kilómetros de la Huaca del Sol
y de la Luna,
poco al este de la avenida América,
no se sabía que conspiraba ahí,
en un recanto
de Sudamérica,
este poema.

No se sospechaba
que,
al lado del parque
República de Israel y a unas cuadras
de la av. Ricardo Palma
(no demasiado lejos del Mercado Mayorista),
en la calle Gil de Castro,
se gestaba,
épico,
un gran verso,
como en el pecho del gallo matutino
el canto.

Cómo describir el hecho
de que,
en 1987,
se pasaban los días sin rastro,
y,
sin embargo,
se cosechaba la poesía
como, en octubre,
las papas.

Nadie lo habrá previsto,
ese canto ignoble se hacía,
piezado como una colcha de retazos,
de las cosas vividas
por siglos,
del brazo de cobre que un día
abrió lejos los surcos,
así como del trago amargo
que
nuestra garganta india
habrá, un día,
de espectorar.


José A. Vargas Bazán

Rio, setiembre de 2008.