martes, 25 de noviembre de 2008

Sin título

A los nuevos apósitos
que algún día
servirán.

Injusta distancia,
inmóvil permaneces
sobre el eje de la constante sentencia.
Cubierta y doliente
femenina y correcta,
no permites contemplar tus areolas reposando
como leonas
ni tus piernas vestidas de violento tulipán.

Percibo tu fragancia donde se olvidan las horas
y se recuerdan las oscilaciones,
donde renacen y son alejadas las ramificaciones del cuerpo
del núcleo solícito para saborear los corazones.

Y busco tus ojos; pero lejos de casa están.
Y me aferro a este cuerpo reciente,
custodiado por recuerdos,
y me intensifico pretendiendo no sentir la memoria
pero la libertad me aprisiona en esta condición orgánica sub-siguiente.

Es la ausencia dispersada en dos cuerpos,
es un intento de olvido público.
La tempestad de temas humedecen tu corola sureña
y así mismo, los ojos míos... y no es por tu silueta, menos por tus pechos;
es porque mi alma no obtiene respuesta...
es porque mi futuro no tiene consuelo...



Oscar E. Donayre Gonzales
Lima, 25 de noviembre de 2008

sábado, 22 de noviembre de 2008

"De y de"




















Oscar E. Donayre Gonzales
Lima,22 de noviembre de 2008

"La cajita de madera"



Cerca; en Barranco,
entre el viento de invierno y las arenas de verano,
camina la niña al lado del mar.
SOStiene una cajita de madera
con golosinas que no puede probar;
deja un sendero mudo y huellas de angustia;
los pies que se refrescan con la espuma
al contacto con otras pequeñas pisadas
constantemente están
y sin embargo, no puede jugar como niña,
solo como adulta.


Se escucha su voz fina ofreciendo galletas y gaseosas
y se le ve sonriéndole a las olas,
acariciando a la más delgada de ellas cuando le llega a remojar,
ligeramente,
sus delicadas uñas.



Oscar E. Donayre Gonzales
Lima, 22 de noviembre de 2008

viernes, 21 de noviembre de 2008

Don Romulito


Nunca tuve la oportunidad de conversar con Don Romulito. Además, creo que hubiese sido imposible mantener un diálogo, teniendo el viejito serios problemas de audición y siendo hombre de pocas palabras. Nunca sabré qué sentía cuando oía:

-¿Quién estaba tocando la puerta, María?
-No, señora, no era nadie. Era el viejito de las losetas.

Desde joven, trabajó colocando mayólicas. Hacía esto con perfección. Así, lo conocí. Muchas veces, le quedaban debiendo el dinero del trabajo, y tenía que ir a las casas para cobrar hasta que le pagasen. A veces, le faltaba la plata para pasajes y no era raro para él caminar varios kilómetros para oír que "no era nadie", que era él nada más. Quizá haya dicho en reflexión tácita: "Tiene razón, no soy nadie, sólo un anciano de ochenta y cinco años con un cáncer en la próstata, un viejo pobre que quiere su dinero ahora para la comida de mañana". Kilómetros más y a dormir, cansado.

Hace poco tiempo, murió. Murió sin dramas ni penas, dejándole a la tía Gaudencia una pensión de 300 soles y ningún hijo. Murió con el temple con que el hombre materialista dejaría una oficina de la Reniec al ser informado de que faltaba un dato para su D.N.I.. Murió corvado, con pocos dientes y con menos soles en el bolsillo. Decidí escribirle estas líneas luego de que algún postmoderno un poco ajeno a las cosas me dijera que Salvador Dalí era un pintor conmovente.

Es que Don Romulito, además de colocar losetas y mayólicas, también fue albañil, llenador de techo y pintor.

José Vargas Bazán

Rio, 2006.

jueves, 20 de noviembre de 2008

"Libertad; pero yo no sé"

Auto-dedicación.


A veces me pregunto cuándo somos libres,
cuándo verdaderamente sentimos ese aire refrescante en los pulmones,
ese sutil cantar en el alma.

A veces extraño la molienda en el cielo,
cuando las nubes resaltaban del escenario celeste,
mientras me tomabas de la mano;
llegando los algodones en pequeñas cantidades
parecían soñar nuestras confidencias.

Y suelo determinar que la libertad más dulce
es la prisión de sus piernas,
de ese regazo dormido que guarda las tardes,
de aquellas manos que acarician la cabeza
haciendo de la distancia, una amante incesante.

A veces aquieto mis suspiros en la escalinata de Barranco,
respirando visuales antigüedades,
tocando las memorias con sed consonante
e intento olvidar mientras sonríen las novedades;
pero volteando me explico,
que no tendré respuesta que me calme.

Nada de pulquérrimo tiene mi afán de querer enamorarme,
siento que estoy prostituyendo mis pústulas.
Cada profilaxis que intento me atrae más enfermedades.

En realidad, nadie nació para ser libre,
basta que haya otro ser más como tú
para ser prisionero.

Lo más sano y sincero sería encontrar
una buena prisionera
o una buena ama de llaves.


Oscar E. Donayre Gonzales
Lima, 20 de noviembre de 2008

martes, 18 de noviembre de 2008

"La reina en su lugar"


Diferenciada por sus pasillos estrechos y acogedores,
a las 2 de la mañana,
silenciosa e inquieta como tímido potro,
sin rubores,
te despertaba con el túnel de sus pechos,
entre otros.
Los montes apoyándose en la ventana,
uno tomando el papel de horizonte,
así la energía regresaba cada mañana,
te iluminaba como el sol
cuando perfora los ojos.

Luz lunar que descansa en sus curvas porcelánicas,
sombra intermitente, arrulladora espalda;
sobre mí,
sobre mí,
nacen láminas,
y se mezclan con las suaves texturas de sus extremidades
en una dinámica romántica, en una cascada de piel.

Enormes ventanales que posibilitan a los árboles
respirar nuestras acciones;
luna natural a través de las artificiales,
tus manos aferrándose a las persianas
y mis manos,
cogiendo tus piernas esculturales.
¡Qué obra de arte es entallarte!
¡Qué adictivo es tu ritmo variable!

Cada parcela tuya,
cada flor de pezón,
es constante;
mi boca que riega tus rincones con besos,
mi lengua que se mueve intentando detener tu diluvio
sin ayuda más que la fluidez del motivo,
sin soporte más que el de tu exquisita carne.
Vas sobre el primer crepúsculo
y yo tomo tus años escondidos,
te muevo hacia mí,
te empujo hacia mí,
te formo con las manos como un artesano emocionado,
como un ser humano, te edifico,
para poder subirte entera, formo el cielo con tus brazos
y para descubrirte entre ese millón de besos,
deshojo las noches con el viento prófugo.

En la esencia de la cama están los sueños,
reposando sobre la almohada están tus cabellos,
y sobre ellos,
mi respiración,
en mis pulmones se perpetúa tu aroma;
del aire se asoma la luz y el vapor,
el perfume meciéndose en la habitación
pincela sobre mi cuerpo trazos de tu sudor;
tu cuerpo crucificado no sangra,
es otro líquido el que doblega tu voz.
Todo tu cuerpo arde y llueve,
toda sensación retumba,
mi cuerpo te habita encontrando un mignamigra
y pienso que te querré como la más linda excepción;
es del amor, la cuna,
es el jardín del placer, tu figura expandida, mujer de vitruvio.

Te alcancé cuando jugamos a las escondidas,
con las sábanas blancas descubrimos los mejores refugios,
cada lugar del hogar fue un buen escondite
y cada conocimiento de tu cuerpo era una puerta para la vida.
Las llaves las tomaba de noche,
tú me esperabas preparando la comida…

Dejaste mis escaleras marcadas con flechas de dirección,
la entrada de la casa con signos de interrogación;
me tomó mucho tiempo aprender que eso era lo cierto,
que las aventuras se realizan en el terreno del hogar,
que no es necesario salir para hacer travesuras,
que las locuras de nosotros solo a nosotros nos funcionaría,
que nuestro amor era verdadero y sin exagerar, una fantasía.

A la luz del alba,
al morir del día,
al despertar de la madrugada,
a cada momento tu rostro forjaba dulzura,
un mágico encadenamiento que me es difícil comprender,
solo ángel podría decirte
y diosa, pecando, tocarte.

Aún recuerdo tus ojos almendrados por el despertar,
tu cabello desordenado,
tu pijama rosado y fucsia,
natural e indefensa,
frágil e incitante,
deliciosa… como debe ser una mujer después de amar;
me dabas las trayectorias con la mirada,
media dormida hacías una jugada de ajedrez,
yo me encargaba de impedir un jaque mate
y tú, de disfrutar cómo perdía mis peones.
En tu magia eras constante.

Y creo que algo así éramos los dos.
Manteníamos las piezas más importantes.

Un día tuve que rendirme.
Un día te tuve...


Oscar E. Donayre Gonzales
Lima, 18 de noviembre de 2008

Canto alto a la mujer que sabía volar



A Lilian Taublib.

Quién iba a pensar
que en la televisión
podría uno ver
el espectáculo mayor
del circo fantástico:
la mujer que sabía
volar.
Es hermosa,
botón de flor,
su rostro es lo más conmovente
que ya se ha visto
por estos cantos.
Y tiene unos gestos...
"Pero algo le falta,
pobrecita,
vean bien",
decía, insistente,
la platea.

Sé que pensarás
que el tiempo ya pasó,
que perdí la función,
que el día no es el día
cuando este poema
te llegue a ti;
vieja estarás
y yo tal vez ya ni viejo,
Lilian Taublib.

Pero todas las veces
en que tu cuerpo
gracioso se cayó libre
al viento,
todas las nubes agujereadas
en tu performance,
se habrían perdido
no fuese yo
contándole a los que vendrán un día
que vi,
sin conseguir creerlo,
una mujer que volaba.


José A. Vargas Bazán

Rio, 2006.

martes, 11 de noviembre de 2008

Enamorarse para olvidar (dolor infecundo)



Ya no cuento ovejitas para dormir,
ni veo cuadros suprarealistas en Barranco.

Me gustaría observar, en cambio, cuando dibujan uno,
únicamente si lo hace una mujer;
quisiera tomar sus coloridas manos
y caminar entre los árboles de cualquier interminable avenida,
oírla reír acompañada por el canto de los pájaros
mientras avanza su sonido seductor por lo largo de la pista.

Y al volver, conversar en el baño,
bajo un cardumen de burbujas transparentes limpiar sus manos,
chapotearnos el agua, como jugando
y lentamente, en la tina, amarnos.

Pero al abrir los ojos queda la fantasía en blanco,
toda artista y pintura se evapora boca abajo;
y no puedo soñar, no hay agua tibia.
Huyo de los matices oscuros,
de los episodios vetados de mis labios,
posiblemente, sea un futuro que mutilo internamente.

Y tomo mucho,
y me ahogo en su velador ahora que no estamos,
ahora que no veo cómo reorganiza sus cabellos tiernamente,
ahora que no contemplo su reflejo después del exquisito cansancio,
tomo aire y tomo tragos,
humedezco los recuerdos y los ojos leyendo sus cartas,
se embriaga la sed alcohólica, se consumen las palabras tácitamente.

Y nace de todos lados, exactamente,
como el viento.

Las ovejas han muerto
y los pastores criaron cuervos voraces.
Mi corazón palpita con amor y bombea con tristeza,
es una esfera que se desdobla en su boca interna,
ya sin sueños,
ya sin ojos, quedan sueños falaces.
Mis días son de oscuridad y mis noches son eternas...

¡Cómo pretender esta realidad!
¡Amándote sin provecho!
Mi memoria te tiene y mi sangre te REtiene;
O sufrir en la "felicidad" o sufrir con los recuerdos...

Resignación en suspenso.


Oscar E. Donayre Gonzales
Lima, 14 de noviembre de 2008

lunes, 10 de noviembre de 2008

Erótica


Verónica,
dulce en la quinta pared...

Yo solía preguntarle sus intimidades
y ella solía responder.

Verónica en sus 4 paredes era tierna y salvaje por arrobas,
su alcoba era una jaula de maniobras,
su espalda era una serpiente de arena,
sus piernas un collage de mariposas,
sus manos exquisitas y serenas;
sus cabellos leónicos caían sobre su rostro
haciendo de ella un cuerpo para la caza,
sus labios respondían a la piel enamorada, presa en movimiento,
sus labios sacrificaban las palabras y su lengua, el verbo.

Sus senos seducen la trayectoria de las oraciones;
las blasfemias, los adjetivos pasionales comulgan en su boca;
sus senos fríos en el extremo, o expandidos bajo manos traviesas;
en acción o inmovilidad,
vivo o agotado
le amarías el cuerpo,
estando dentro o fuera.

Mejor que Verónica, son dos.

A ella le gustaba degustarse en el espejo.
Sus gestos,
su posición que se pierde y su repetitivo auto-relevo.
Para ella, el de atrás no era importante;
era un secundario,
un extra insignificante,
ella solo necesitaba ponerle un nombre a la fresca hoja de su diario.

Ella se acomodaba a sus ojos,
manipulaba los cuerpos consumiendo el silencio del dormitorio;
ella
en doble gozo,
unitarizaba el placer en su sexo.

Verónica,
protagonista y papel,
guión virginal del pecado,
argumento de dolor necesario,
cinematógrafo de amor;
Verónica del otro lado
creo que las ventanas se han recubierto de besos lejanos
y flores de sudor.



Oscar E. Donayre Gonzales
Lima, 10 de noviembre de 2008

lunes, 3 de noviembre de 2008

Cielo rojo, tierra sin color

Para el dolor.

Si en la tierra se cae,
en la tierra se debe levantar;
sin embargo los hombres, los hermanos
creen en un paraíso desconocido,
en un opio intangible y embrutecedor.
Las estructuras del cristianismo no tienen cimientos;
tienen fe (y discrepo de dicha base).
Y las acciones rojas tienen conocimiento y "ambición";
debido a su estado.
Ambos tienen carácter de sometimiento.

Nosotros nos podemos levantar como el soldado patriota
o como un verdadero ser humano;
pero ¿y si la tierra yaciera a nuestros pies?
Si la materia llegase a insultar el conocimiento
hasta el punto crítico
de no ser conscientemente interpretable, qué será...
Quedarán las interpretaciones filosóficas,
la praxis después;
y sin embargo jamás unidad,
jamás un objetivo igualitario y beneficioso en colectividad.
Hasta estar prácticamente desahuciados...

Me gustaban los cuentos,
me gustaba rapiñar las imágenes
y a veces no me forjaba conceptos,
ni me interesaba la gente.
Hoy es diferente, tengo cierto temor al final artificial
y es por eso que vale el resto, quizá.


Oscar E. Donayre Gonzales
Lima, 03 de noviembre de 2008

Los nuevos Panquiacos


En su columna en Perú21, cierta vez, Alonso Cueto escribió quejándose de cómo los europeos ven al escritor latinoamericano y qué esperan aquéllos de éste. La idea de la tierra exótica, de la cultura exótica e inferior, llena de problemas dramáticos y folclóricos, esto es lo que se espera de un escritor latino. Ni siquiera autores consagrados como Vargas Llosa o Jorge Amado pudieron escapar a la estigmatización de la crítica europea y escribir sobre lo que escribiría un europeo. En Contra viento y marea, Vargas Llosa, metalingüísticamente, cuenta el caso de un joven peruano, entonces militante socialista, que lanzaba proclamas revolucionarias para una extasiada platea de europeos.

Hace algunas semanas, fui a un encuentro organizado por el Partido Comunista Revolucionario (PCR), facción revisionista albanesa surgida de una disidencia del Partido Comunista do Brasil (PCdoB). Fui, más que por alguna afinidad política o ideológica con los organizadores, por curiosidad y por el evento llevarse a cabo en mi propia universidad.

Mientras estábamos en el coffee break, tuve oportunidad de hablar con una española, militante del Partido Comunista de España Marxista-Leninista, grupo hoxhista también. Inicialmente, parecía animada en la conversación con un peruano que se le presentó como comunista. Ella lanzaba frases de orden, apoyando a los “movimientos revolucionarios” de nuestro subcontinente (sabe Dios a quiénes se refiería). De un solo golpe, era capaz de defender a Evo Morales, a Chávez, a las Farc y al MST. Hábil en sus acometidas, evitaba ir más a fondo en los asuntos y prefería estacionarse en las alocuciones más sonoras y menos densas.

Cuando yo le dije que yo era maoísta, critiqué a los foquistas, le quise hablar del fracaso de los guevaristas y fidelistas, cuando quise que discutiéramos un poco más seriamente sobre las posibilidades de la América Latina, sobre nuestra cultura, ella fue, poco a poco, perdiendo el interés. Esperaba, claro, que le hablara delirante sobre algún tipo de inexistente éxito de nuestros “movimientos”. En unos minutos, se fue y ya no nos volvimos a hablar nunca más.

Cuenta la historia que, en 1513, los invasores españoles alcanzaron el Océano Pacífico. Núñez de Balboa, tomando las costas del Pacífico, recibió las primeras noticias del Tahuantinsuyo de boca del joven Panquiaco, hijo del cacique Comagre. Cinco siglos después, en Europa, aún se esperan, de los latinoamericanos, mucho más que nuestras verdades, las noticias que sus oídos distantes quieren oír.
José A. Vargas Bazán.
Rio de Janeiro, julio de 2008.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Poesía



La poesía no ha sido hecha para el alcance de la palabra,
es como el rostro de una madre que ha partido.
La poesía, literalmente, no es más que un intento;
en escencia, frustrado, ilusorio, sufrido;
si se es consciente que el sentimiento puede ser infinito en un instante
y que los versos que brotan del pecho
son amputados al llegar a las manos...

Las palabras difuntas de nacimiento...

Si supieras amigo que ando llorando y escribiendo,
y es tan poco.
Tan poco.

La poesía es un breve boceto de la vida
y es mucho decir, pues, no conocemos a ninguna de las dos.
(Necesitamos un pacto de tiempo).
Mientras escribo, deshumedezco;
todo, entero.

¡Cuántos nombres crucificamos con nuestros ojos!
¡Cuántos días han de oscurecer por nuestras bocas!

La poesía es una brújula fuera de este mundo,
la circulación de un espíritu mutilado.
Inscribo en mi núcleo la dirección entusiasta,
el camino metamorfoseante;
inscribo dentro mío el corazón concluyente
con puño y letra,
como poeta,
como ignorante, como vago,
metafóricamente.



Oscar E. Donayre Gonzales
Lima, 01 de noviembre de 2008