los pies del hombre tocaron la tierra, un camino
se hizo de polvo y olvido, y los testigos
insondables maldijeron lo que podemos ver.
Crucificada la naturaleza tuvimos,
las espinas no solo son coronas, también
son los lazos, las incertidumbres, el poder...
los cinco sentidos son un engaño, un descuido.
Empobrece respirar los límites de la piel.
Se hace tarde y observamos las escrituras
en nuestras manos: "Anciano pobre, lleno de hiel".
Nos doblegan esas imparciales ataduras
a desprendernos del sueño en que tratamos de ser;
creamos, como el Otro, una grosera figura.
Lima, 03 de agosto de 2011
Oscar E. Donayre Gonzales
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