sábado, 4 de abril de 2009

"Los lugares prohibidos son míos"

A mi nervio, que anda delgado y nervioso.


Los lugares prohibidos son infinitos e infernales.
Impido ejecución cualquiera por no ser como quisiera.
Tengo una garganta sincera pero una lengua vil.

Los límites están en mi alma y en mi cuerpo,
una plétora de enfermedades me generan insatisfacción y amargura.
Suelo acobardarme, pues si he de llegar,
es un hecho, que el resultado será tan humano como errar.

Los lugares prohibidos habitan en mí y yo, en ellos sobrevivo.
La premura de mi desesperación radica en la precaria posibilidad
que tengo de disfrutar mi existencia,
todo mientras la seguridad se alfombra en mi agonía.

He tenido que calentar la alcoba,
he tenido que sentirme culpable,
he tenido que verme como enemigo, dos veces más.
Ante el motivo, ante los consejos, probablemente sea un eterno fugitivo;
dejo, en los veranos, miles de tardes,
y en las mujeres, un sensación repudiable.

Soy un gafe de polvo interminable y tóxica retentiva.

Los lugares son potencialmente adversos si los llego a morar,
nocivos por mi sola presencia,
quisiera exiliar mis noches propias y mis madrugadas paganas,
todo día que tuve que despertar;
quisiera retinarme con un manto evaporador; despertar, sabiendo que no soy yo.

Quisiera ser solo luminiscencia, pues de otra manera solo puedo estorbar.

Los lugares prohibidos son todos para mí.
Debería ejecutarme de cualquier manera; pero soy un cobarde desconsiderado.
Éste es un despreciable te quiero,
pues no quisiera...
No tengo nada siglo, solo lugares prohibidos.


Oscar E. Donayre Gonzales
Lima, 04 de abril de 2008

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