Balada por un anciano
No será la vida mala,
el cuerpo rudo,
el llanto ajeno.
No serán las mujeres
que perdimos,
la voz sin eco,
las deudas de por vida,
el silencio ensordecedor
de los ancianos.
No será,
en este fin de vida,
la incosecuencia,
la traición,
los desaires,
la insensatez
o la prostatitis.
No nos moriremos
por falta de fe;
nos iremos,
lento,
como todo lo que es definitivo,
por exceso de fe.
-Hoy no puedo a salir. Tengo que cambiarle sus pañales, se ha orinado. Además, no puede caminar, está con tos y llora toda la madrugada.
-¿Tienes un bebito en tu casa?
-No, es mi padre. Tiene ochenta años.
José Vargas B.
Rio, agosto de 2008.
viernes, 22 de agosto de 2008
miércoles, 13 de agosto de 2008
"Supongo que diez"
La veo cruzar la esquina,
empuñando sus llaves
mientras duermo.
En mi alcoba,
mi nariz se encanina por el rojo retazo
de un pedazo de falda que le arranqué,
mi cajón es como una chimenea asando un hueso.
Al despertarme aspiraba el aroma
del amor inexistente de aquella prenda
con precavidos pasos, sin medias.
Prendía un cigarro después de la leche con cereal
e inconscientemente le agregaba fresas
y me mordía los labios.
Al acostarme,
la veo una vez más
y me saco el pantalón.
Descubro que inventando preces
las lágrimas pueden caer hacia arriba hasta desaparecer
en unas lágrimas que no tienen peso.
empuñando sus llaves
mientras duermo.
En mi alcoba,
mi nariz se encanina por el rojo retazo
de un pedazo de falda que le arranqué,
mi cajón es como una chimenea asando un hueso.
Al despertarme aspiraba el aroma
del amor inexistente de aquella prenda
con precavidos pasos, sin medias.
Prendía un cigarro después de la leche con cereal
e inconscientemente le agregaba fresas
y me mordía los labios.
Al acostarme,
la veo una vez más
y me saco el pantalón.
Descubro que inventando preces
las lágrimas pueden caer hacia arriba hasta desaparecer
en unas lágrimas que no tienen peso.
"9"
Esa,
era capaz de besar tus heridas
para verlas sangrar,
sus labios como una inversa trampa para osos acechaban sobre la almohada
mientras que su falda quedaba atrás;
si en una noche fría invitaba un trago de vino
era en la mitad
de la mitad del mar,
si alguna vez lloraba cual magdalena
te ofrecía una cruz
para que decidieras en qué religión querías estar...
Sin embargo, tenía cosas buenas.
Ese par de cosas...
pequeñas, semi-europeas creo.
Ella,
te ofrecía la más dolorosa tarifa (4 estrellas):
lágrimas
o
pañuelos y demencia.
Su voz perfora el tiempo,
su recuerdo no tiene arrugas,
su marcha es aún verde, pareciera que madura;
tiene veinte y uno
y dos
y tres
y cuatro
y cinco
y seis...
(diplomas y Nerudas)
Esa.
Yo le llamaría puta
con el respeto de ellas,
a su corazón.
Lima, 13 de agosto de 2008
Oscar E. Donayre Gonzales
era capaz de besar tus heridas
para verlas sangrar,
sus labios como una inversa trampa para osos acechaban sobre la almohada
mientras que su falda quedaba atrás;
si en una noche fría invitaba un trago de vino
era en la mitad
de la mitad del mar,
si alguna vez lloraba cual magdalena
te ofrecía una cruz
para que decidieras en qué religión querías estar...
Sin embargo, tenía cosas buenas.
Ese par de cosas...
pequeñas, semi-europeas creo.
Ella,
te ofrecía la más dolorosa tarifa (4 estrellas):
lágrimas
o
pañuelos y demencia.
Su voz perfora el tiempo,
su recuerdo no tiene arrugas,
su marcha es aún verde, pareciera que madura;
tiene veinte y uno
y dos
y tres
y cuatro
y cinco
y seis...
(diplomas y Nerudas)
Esa.
Yo le llamaría puta
con el respeto de ellas,
a su corazón.
Lima, 13 de agosto de 2008
Oscar E. Donayre Gonzales
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