Balada por un anciano
No será la vida mala,
el cuerpo rudo,
el llanto ajeno.
No serán las mujeres
que perdimos,
la voz sin eco,
las deudas de por vida,
el silencio ensordecedor
de los ancianos.
No será,
en este fin de vida,
la incosecuencia,
la traición,
los desaires,
la insensatez
o la prostatitis.
No nos moriremos
por falta de fe;
nos iremos,
lento,
como todo lo que es definitivo,
por exceso de fe.
-Hoy no puedo a salir. Tengo que cambiarle sus pañales, se ha orinado. Además, no puede caminar, está con tos y llora toda la madrugada.
-¿Tienes un bebito en tu casa?
-No, es mi padre. Tiene ochenta años.
José Vargas B.
Rio, agosto de 2008.
viernes, 22 de agosto de 2008
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1 comentario:
Casi siempre, cuando mi cerebro está también en silencio, recurro a ese temor.
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