viernes, 23 de octubre de 2009

Más allá del bien y del mal


Hace algunas semanas, como casi todos los sábados, fui a la biblioteca del Centro Cultural do Banco do Brasil. Quería leer "La ciudad y los perros", el famoso libro de Mario Vargas Llosa. Me pesaba un poco no haber leído un libro tan célebre del escritor peruano más famoso actualmente. "A cidade e os cachorros", en su versión en portugués. Tomé el libro y me fui a una mesa al fondo del pasadizo de la biblioteca, mi lugar preferido para leer.

En la novela, hay una característica que me llamó mucho la atención. El narrador, uno de los alumnos del Colegio Militar Leoncio Prado, Alberto Fernández, es llamado por sus compañeros como "El Poeta". La chapa se debe a que escribe algunas historias eróticas, poesías y cartas de amor. Estas producciones las compran los otros alumnos, junto a los cigarrillos, los rones y las revistas porno, la mercadería del contrabando escolar.

Cuando pienso en los colegas que tengo en la universidad, o incluso en la mayoría de los compañeros de colegio, compruebo que el mundo cambió. ¿Qué lugar podría tener un poeta entre los jóvenes? ¿Qué muchachos, en su sano juicio, pagarían hoy por las enardecidas cartas de amor que un poetastro amateur escribió para sus novias? Un personaje con un apodo así resultaría absurdo en una historia hodierna. Demasiado cursi, ingenuo, bestia. No vendería nunca como las calatas y los calatos.

No entiendo en qué momento cambió tanto el mundo. No sé cuándo, cómo, por qué. ¿Acabaron los sueños con el mundo unipolar del tándem USA-EU después de la caída de la URSS? ¿Se acabaron las esperanzas de los jóvenes, en el Perú postmoderno, después de la década perdida y la dictadura fujimontesinista? ¿El american way of life se cargó, junto con las materias primas, el amor?

Al salir de la biblioteca, evité tomar el café expreso que siempre tomo. No vale la pena. Tengo una gastritis, veintidós años y vivo en un mundo más o menos frío. En la farmacia, me compré unas ranitidinas y, llegando a mi casa, vi un programa de calatas.

José Vargas B.
Rio, octubre de 2009.

2 comentarios:

Bicho de Ciudad dijo...

"¿En qué momento se jodió el Perú?" Se preguntó el protagonista de Conversacíones en la Catedral.

Los poetas de nuestra época ean los redactores de esos textos adheridos al Kaira, Kamasutra, Teens, etc.

Quisiera pensar que todo fue la evolución de la ley del mercado. Demanda y más oferta. Lástima que poco a poco, nuestros cerebros dejaron de hacer comercio.

Asociación de poetas circunstanciales dijo...

H, tienes razón. Oí alguna vez que, en nuestra generación, Marilyn Monroe (metonimia para todas las calatas del mundo) se convirtió en nuestra Helena. La rubia de Hollywood remplazó, en nuestro paraíso postmoderno, a Beatriz o Laura.

Por haber estudiado en un colegio que era sólo de hombres (cosa cada vez más rara hoy), me identifiqué mucho con esa novela de Vargas Llosa. Hay ese salvajismo de los adolescentes, pero que es sólo aparente si se lleva en cuenta la sociedad en la que viven, que no es menos salvaje que los propios. En el fondo, hay ciertos valores, como la ternura y la amistad, que salen a flote en la adversidad.

Yo recuerdo con mucha nostalgia esos años de sanluisino. Nosotros también teníamos nuestro contrabando de revistas y películas porno. Después, con el Internet, ya no fue necesario ese mercado paralelo. Pero se llevó, junto, la emoción, el romanticismo también.

Creo que pertenecimos a los estertores de una humanidad que todavía podía concebir poetas, no obstante los haya tenido tan venidos a menos.