viernes, 20 de febrero de 2009

Errores


Lentamente se perdieron los extremos en el puente de las caricias.

Fueron de igual profundidad las heridas y las palabras
que emergieron cuando ya no existían cicatrices en la veracidad.

¿Serán acaso ganas de reposar la quietud?
Quizás sean esperanzas comprensivas o incoherentes
las que endulzan nuestra rutina
con un malévolo constante...
con un maquiavélico siempre... porque somos a veces como una multitud.

Y me cansaba en las escaleras... tanto... que me dolían las rodillas.
Me consumía como un cigarro en la vereda, junto a la alcantarilla.

En el aliento que se desprendía de tu soledad, enterraba un suspiro y resucitaba un recuerdo.
Fue como un juego que tomé en serio,
como una respuesta de emergencia ante las mentiras transparentes o el aburrimiento.

Es una pérdida de origen.
Es tener el alma como convicta.
Es ser víctima en tierra de santos.
Es saciar la sed de la carne con agua vendita.
Es un desenlace de eterno arrepentimiento o de fugaz pecado.

¿Tú sabes qué es amar?
¿Alguna vez te lo has preguntado?

Sé que no te puedo responder
y tú no puedes corresponderme;
pero ¿acaso has olvidado nuestros lentos ahora?
¿has renunciado a lo que habías recuperado?

Destino... eres solo un lejano lamento,
una terca lágrima.

Y ella me alquila sus piernas solo para recordarla...



Oscar E. Donayre Gonzales
Lima, 20 de febrero de 2009

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