jueves, 7 de mayo de 2009

Líneas humanas


Toda la sangre sobre los vientres
y todo el amor sobre nada,
pues mal dicho es pronunciar sobre todo.

Lo utópico nos haría bien.

No estamos adaptados para el amor,
como el fuego no lo está para el agua;
porque dormir no es soñar,
ni soñar es vivir.
Si los ojos se abrieran realmente, la sonrisa no existiría,
los abrazos se darían únicamente a personas que se van,
cada uno lleva dentro un cosmos mudable y latente,
distracciones innatas, párpados traviesos;
cuando se manifiesta el deseo se perfora la realidad,
cuando quiero un beso me olvido de matar, es más sencillo lucir sexo que veracidad.

Todo el saber bajo el sentir, debería ser; pero
la inteligencia, daga codiciosa,
irregulariza las emociones más que el propio ser humano en su cotidiana ingenuidad,
es la situación mustia y la carne expuesta que imperan sobre lo prohibido.
Las paredes se trabajan,
se citan en los rincones,
el vacío llama y el humano se pregunta si es equivocada.

La tierra es sensible porque solloza
y fuerte porque nos aguanta;
soportarnos es un gesto magnánimo,
una muestra de su ignorancia,
un grito de su falta de instinto.

Si les pica, los perros se rascan...

Toda la sangre se vierte
y es un desperdicio.
El mundo nace y las personas fabrican el ataúd más grande del universo,
el planeta entero es un fruto con insectos;
escribiendo esto,
quisiera poder rezar...
rezar como una última opción,
rezar por descarte,
rezar por los seres humanos,
por su directa culpa y su distante salvación.
Toda la sangre nos hace sentir como dioses:
si Él crea, nosotros podemos destruir;
si Él se sacrifica, nosotros aparentemente,
si Él cura, nuestra existencia enferma,
si Él nos enseñó a rezar,
nosotros solo podemos escupir.


Oscar E. Donayre Gonzales
Lima, jueves 07 de Mayo de 2009

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