lunes, 1 de junio de 2009

Implicado

Él se sentó en el bar. Su mirada era triste y desamparada, siempre apuntaba al vaso. El licor le había consumido un tercio de su vida; otro tercio era ansiedad y el último era desconocido, posiblemente recuerdos, posiblemente la causa fuente.

Su abuelo le dejó de herencia mucho dinero, al parecer lo suficiente para saciar la sed de un alcohólico. A su abuelo le gustaba jugar y a él también, tenían una gran colección de soldaditos y animales de granja, boleros y lanza burbujas, eran otros tiempos.

Su primer vaso fue por su amor, el segundo también, el tercero a lo mejor y el cuarto no recuerda qué... sin embargo, sabe que el último vaso no se lo podrá terminar, sabe que la mujer de su vida será más que eso...

Él no diferenciaba los colores mientras tuvieran alcohol, tiene una sola restricción, nada de cerveza. El problema con la cerveza era que no le hacía ni cosquillas; él buscaba acompañar su dolor, llenar su vacío con líquido y fuego, con recuerdos y temblor, con democracia y sabor.
Él tomaba tranquilamente, no se molestaba en voltear o iniciar una conversación. La última vez que conversó en aquel lugar fue la primera vez que entró, le dijo al cantinero: "Vendré todas las noches; no dejes que esté vacío, todo menos cerveza", dejó 200 dólares americanos sobre la barra y agregó: "cuando éste monto cubra lo que he bebido, cambias mi posavasos y te daré otros 200".
Solía sentarse lejos de los baños, no quería que algún fortachón se confundiera o que alguna tipa en mal estado se apoyase sobre él, desconcentrándole de su profundo pozo existencial y que además, sucediera lo primero. No quería contacto humano, quería un contacto fácil de manejar, un contacto fluido como el del vaso a la boca, como el de la garganta a las vísceras; quería gravedad. En su quietud observaba el borde del vaso, el borde más cercano a él, quieto hasta que su mano dibujara el bosquejo de la costumbre, quieto hasta que su vaso vuelva a nacer.

Dormía en un cuarto chorrillano, nada despreciable si no tienes proyectos familiares o al menos, intentos de ser padre, intentos y más intentos, intentos intensivos. El área más descuidada del cuarto era la cocina, nunca faltaba pan de molde; pero era lo único que había. Todas las bebidas estaban junto a su cama, en su casa no habían vasos, allí todo era de pico a labio, sin distancia, sin intermediarios. Para él, las mañanas eran canciones de cuna, un aviso para que descanse porque en la noche seguirá tomando, vivirá por gotas, vivirá por sorbos, vivirá por tragos.

Él no ve un atardecer desde los 24.

Despierta y se va tambaleando por el sueño al bar, se sienta y el cantinero le da su vaso con ginebra; él empieza, bebe.

Sonríe, una imagen llega a su cabeza, ella vestida de blanco, él de etiqueta, brindando; todos felices, sobre todo los dos. Recuerda haber llegado con ella al hotel para disfrutar una merecida luna de miel, cargándola en brazos abrió la puerta, todo era bueno; ella juez y él abogado.
Siguió bebiendo.
Recuerda el cuarto día, él preparaba una sorpresa en la playa cuando llamó a su celular la policía, su mujer fue asesinada. La vio sobre la cama en una posición de eterna disculpa. Su cuello delicado bañado en rojo salvaje, su baby doll rasgado, sus piernas golpeadas y los restos de la ventana por los suelos le sugirieron un pasado, un secreto. Se asomó sin cuidado y con su pecho comprimido, no le importaba cortarse, quería ver al asesino. Desde ese piso el asesino se veía como una araña sobre la acera, una araña de sangre y entrañas, una araña con muchos hilos; el cuchillo parpadeaba en el asfalto, su filo lo llamaba, el día moría; pero no quiso saber más, no quiso saber nada.
Siguió bebiendo.

Y bebió para poder vivir lo que debía soltar.


Oscar E. Donayre Gonzales
Lima, 01 de Junio de 2009

2 comentarios:

Bicho de Ciudad dijo...

confirmas lo que anteriormente no querías divisar: pasta para narrar. pasta.

muy bueno.

las dudas las libraré en una conversación futura. esto huele bien.

Asociación de poetas circunstanciales dijo...

Y eso que ya tengo las albóndigas!

Gracias Francisco por tu comentario y usaré esta respuesta para decirte, como en otras ocasiones lo he hecho,que espero una publicación tuya también.