lunes, 7 de abril de 2008

Común excedente

A quien adiado primero,
le fue arrebatado con rafez
el anochecer de su dolor.
Hizo falta retroceder junto con la esquina
para retratar un salto de la corriente.
Siendo cuerpo que en vida no se consume
me ves,
como un tarara motivado,
como un infinito accidente .
Te vas y te preguntas...verdaderamente exceptuándome.
Dentro de mi filosofía, ciertas facultades aman el suspenso,
quedo desierto de voz,
ahogado de viento;
la gente me da lecciones que no aprendo
y sus ojos me piensan mutilado
y sus manos se cierran en silencio;
me quedo solo
me quedo sin quebrarme.
En esta esquina se hace tarde el alimento,
cada vuelta me tiene,
cada puesto tiene un reflejo de carne,
un espejo.
Cuando se descifran los tajos de la calle,
me tardo en volver
y retrocedo;
la vida tropieza y cayendo me grita:
"¡da otro intento!"
Es por estas horas de igualdad en resumen
en las que se olvida mi sentido colectivo, más.
E hizo falta gritar nombres,
pues, quemando las letras retorcían mi lengua;
flameando las oraciones hacían océano
(el pienso se llenaba de agua)
¡Ninguna muestra de Dios podrá brindarme raíz,
ni para beber, una palabra escuchada!
Escapé;
costándome las cuerdas,
de los hilos de los humanos; pero de Él
nada podré
y tirado frente al hombre
Dios me habrá asesinado.
Mi vida será pregunta
y no habrá último paso,
ni siquiera habrá camino para las respuestas
que me han enjaulado.
Me trago la verdad serpenteante.
Es mía.
No será compartida por ser yo humano.
En esta esquina hago fotografía eterna,
mi marco se siluetea con dignas curvas de sesos;
pido el mundo entero;
pero la gente
¡ay la gente mil piedras tirarían!
Oscar E. Donayre Gonzales
Lima, 08 de abril de 2008

1 comentario:

Anónimo dijo...

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