martes, 8 de abril de 2008

Una lectura de Marx

Una chica me dijo el otro día que le sorprendía la manera en que yo reducía (o ampliaba, digo yo) todas las cosas a las razones económicas, políticas e ideológicas. Me dijo, sin mucha convicción, que eso le parecía "interesante", seguramente para no decirme que le parecía extraño, raro y dogmático. Ella, militante de una facción izquierdista de un partido político brasilero, no conseguía o no quería hacerlo así. Siendo ella tan bonita, no pude contradecirla y le dije que le atribuyera todo a mi necedad, mi insensatez y mi inmadurez.

Las tres corrientes de pensamiento en las que Marx se apoyó para desenvolver el materialismo dialéctico histórico son la economía clásica inglesa (Adam Smith, David Ricardo, ...), el socialismo francés (Fourier, Proudhon, ...) y la filosofía idealista alemana (Kant y Hegel, y después el materialismo ateo de Feuerbach). En todas ellas, el rasgo común y marcante es la puesta del ser humano en el centro del estudio. Las explicaciones y consecuencias no se buscan en el más allá, en lo trascendente y metafísico. El hombre y su destino están en el trabajo, en el movimiento político y en el hecho mismo de pensar en sí mismo y su futuro.

Cuando Marx asume y después niega dialécticamente sus influencias, arriba a conclusiones inéditas sobre las causas y las consecuencias. Esta busca que es motivo histórico de los filósofos tuvo en Marx una respuesta. Las condiciones materiales de vida son las que determinan el espíritu y no al revés, como todas las metafísicas e idealismos anteriores pretendieron. Las motivaciones económicas son anteriores al movimiento político, lo abarcan y anteceden. Esto no es un juicio apriorístico o arbitrario, sino el fruto del profundo estudio que Marx devotó al materialismo.

En general, todo estudio que se haga teniendo al margen estas verdades o negándolas abiertamente, sólo puede envolver falsos pensamientos, ideas engañosas y erróneas. Inclusive, los pensamientos más sencillos deben tener en cuenta el orden verdadero de causas y consecuencias, para no tomar como causa la consecuencia o viceversa.

No es antojadizo ver en las relaciones sociales más simples la razón económica. ¿Ya vieron personas de clases demasiado diferentes (esto es, antagónicas) casarse y amarse? ¿Ya supieron de personas francamente amigas de clases económicas diferentes?

Como los árboles de un bosque, estamos unidos por las raíces, por lo que tenemos de más profundo y material, y no por la copa o lo superficial.

José Antonio Vargas.
Rio de Janeiro, 8 de abril de 2008.

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