martes, 15 de abril de 2008

En el mejor sentido

Redireccionando las orillas de tus ropas,
he tomado numerosas esquinas para acercarlas a mi cuerpo.
Me fragmenté en razón y movimientos,
mecánicamente después de la lucha.

Y por el dedicado tiempo nos hemos dado mucho menos;
blusas y chalecos,
que a veces no caían.
Anoche entristecióse la oscuridad en retirada
y no supe de ti...
Obtuve una palabra que enterróse en la rutina
y un eco interminable de la palma de tu mano
que aplaudía mis horizontes vigilados,
como si enormemente concentrara en aquella tonelada
la enfermedad de mi organismo emocionado...

Tus pliegues calculados constelan estrellas desiguales
en el firmamento de la azotea;
los sesos despegan,
la imaginación negativa insiste en atarse,
tus caderas de superficie almohadillada
obligan a mis ojos a ejercitarse... bella gimnasta indomable
tú vales más que la tinta celaje,
que las palabras escritas en el pecho;
tú me haces aire.

Redireccionando lo ajeno, en toda su mágica propiedad,
supe repetir tu nombre en silencio;
cargué con nuestras voces ejecutando mi oído,
duplicando motivos,
tratando de jugar antárticamente, pausando ritmos entre tus gemas sonantes.
Hoy arden tus firmas en mis músculos,
tu lápiz agudo trazó con maestría el curso
de mi líquido ópalo,
has hecho un cauce vestido de tarde,
has hecho antojos ansiosos,
has causado tu reclamo...incesante!

Me resumes en una pesadilla cuando en mi alma no hay nadie.
Y pasarás por Barranco,
bendita de luz
y la calle pedirá tu nombre
y yo,
te quedaré mirando.

Oscar E. Donayre Gonzales
Lima, 15 de abril de 2008

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